Paris.
El frío era refrescante.
El cielo, gris.
Se sentía el viento frío, se escuchaba el agua de las fuentes de Trocadero.
Desde ese lugar, la vista de la Torre Eiffel era increíble.
Lleno de gente y con mucho frío, pero lo valía. Esa vista lo valía todo.
Estaba recargada en a barandilla de cemento, dura y fría.
Pero viendo la Torre y recordando dónde estaba nada importaba y una sonrisa escapaba de mis labios.
Paris. Ciudad de sueños e ilusiones.
Recuerdos.
Ahora, sentada en la cama de mi habitación, recuerdo con cariño y deseo los días que pasé en Paris. Y sin duda alguna, rezo para volver.
Por que fue como un sueño, un sueño en que todo se cumple, un sueño del que no quieres despertar, un sueño único e irrepetible del que se tiene que disfrutar hasta el último segundo.
Y es por eso que aquí, recordando, sueño con volver, ya que ir una vez nunca es suficiente.
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