Y así es como el león se enamoró de la oveja.
-¡Qué oveja tan estúpida! -musité.
-¡Qué león tan morboso y masoquista!
Estaba totalmente segura de tres cosas. Primera, Edward era un vampiro. Segunda, una parte de él, y no sabía lo potente que podía ser esa parte, tenía sed de mi sangre. Y tercera, estaba incondicional e irrevocablemente enamorada de él
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Lucecillas...