-¿Te aburres?- musitó ella no del todo convencida aún.
-Estoy aburrido de mi existencia en el tedio; y la furia por divertirme toma aspecto de locura. No encuentro nada que me interese. Acaso el amor... Pero el amor es igual que el catarro.
-¿Igual que el catarro? -dijo Mignonne aceptando el anzuelo-. ¿Por qué?
-Porque, como el catarro, empieza por una congestión y acaba obligándonos a limpiarnos los ojos con el pañuelo.
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