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Una apasionada de la vida, de los libros y de la ironía. Primero estoy yo y luego los demás, sonará hipócrita pero la experiencia me ha hecho así. Gran admiradora de esas personas que luchan por sus intereses y los llevan a cabo. Futura logopeda.

lunes, 16 de mayo de 2011

Lo esencial es invisible a los ojos.

Era la pareja más desigual que había visto en su vida. Aunque los dos debían rondar los mismos años, en seguida se dio cuenta de su diferencia. La mujer era terriblemente fea. Tal vez por alguna enfermedad o la causa de un accidente que le había desfigurado la cara. Tenía un párpado más caído que el otro, y una nariz grande y ganchuda bajo la que sonreían unos labios finos como el papel. Su barbilla era como la de las brujas de las películas, alargada y puntiaguda. El cuadro se completaba con una piel opaca y granítica. En contraste con ella, el hombre que le hacía mimos y le susurraba galanterías era notablemente apuesto. Su atlética espalda y su pelo ondulado y negro le hacían un porte principesco. Tras hacer un brindis aquel dandy la besó sin importarle la dentadura amarillenta y torcida de ella. Ella se levantó, ayudada por el caballero. Tras coger su bolso y un bastón fueron hacia la salida. Él era ciego. Y antes de salir al frío glacial de fuera, le dio un tierno beso.
-Ella ha encontrado a su príncipe azul, y él a su princesa de cuento de hadas.
+Eso es porque no puede verla.
-Recuerda lo que se dice: lo esencial es invisible a los ojos. El príncipe o la princesa vive dentro de nosotros. Ése es el secreto de la atracción, si no te amas por creer que eres una rana, ningún príncipe te querrá. Dicho de otro modo: si no amas la vida, la vida no te amará a ti.

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